Castillo de Trevejo
El castillo se encuentra en el pueblo o aldea del mismo nombre, Trevejo, en la provincia de Cáceres, en la comarca natural de la Sierra de Gata. Su silueta, vigila desde un cerro granítico las sierras de Garduño, San Pedro, Albilla y Cachaza, y a sus pies, al oeste y al sur, el oleaje vegetal de viñedos, olivos, robledales y pastos, y en primavera el estallido blanco y dorado de la retama, las genistas y los escobones.
Las ruinas que aún hoy día pueden verse corresponden al castillo erigido a finales del siglo XV y principios del XVI, con algunas reformas en los siglos siguientes, y que fue construido sobre una vieja fortaleza musulmana anterior al siglo XII. Fue ocupado por los caballeros de San Juan de Jerusalén (con fugaces ocupaciones de las Órdenes de Santiago y de Alcántara).
Grabaciones romanas en los muros
El castillo alto-medieval de Trevejo es una fortificación de origen árabe con plantas complejas e irregulares. Quedan la Torre del Homenaje y un largo recinto irregular con dos líneas exteriores. Se conservan parte de los muros de mampostería, que actuaban al mismo tiempo como murallas y como muros de contención, adaptándose a la topografía del terreno.
El castillo se encuentra en estado ruinoso, pero junto la iglesia, las tumbas antropomorfas y la pequeña aldea de casas de granito y teja árabe, conjunto urbano originario del siglo XII, que se conserva con toda su fuerza y estructura medieval, ha sido declarado monumento de interés turístico.
Me llamó mucho la atención la gente que allí vive, lógicamente ya personas mayores, tras una puerta de esas que se abren a la mitad pude ver a un lugareño con cara de observador, con la boina enroscada y cigarrillo en la comisura de la boca mirando como paseaba y como sacaba fotos, al momento de cruzar las miradas y darnos los buenos días, pensé para mis adentros, que vida mas tranquila, este señor sabrá lo que es el estrés??, seguidamente continué mi camino por que no quise ni pensar ni sentir. Otra cosa que me sorprendió fue cuando vi llegar a un vehículo, se paró en mitad de la Plaza Mayor del pequeño pueblo y acudían las mujeres a comprar el pan y los productos que el comerciante ofrecía. Una visita muy interesante. Después de la visita continué ruta, paré a picotear y el regreso fue un poco menos agradable por la tarde un tanto lluviosa, en definitiva, otro PRECIOSO dia. Saludos desde el Oeste
Mané.
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